miércoles, 14 de agosto de 2013

Blue Hill, conjunción de astros

Buenas a todos.

Vuelvo a viajar, a irme lejos y vivir experiencias a un sitio conocido. NYC, una ciudad que sin lugar a duda engancha, no sólo cuando estás allí, si no cuando ya no estás porque recuerdas lo vivido y lo bien vivido de aquella estancia, de como recebirías encantado el día con un paseo por High Line o te contagiarías del ambiente de Williambsburg con vistas a Manhattan. 

Tiene tanto esta ciudad que genios no le faltan, y entre ellos está el de Blue Hill (75 washington Pl., tlf: 212-539-1771, web:www.bluehillyc.com), Dan Barber, figura innegable de la cocina actual, creador del movimiento Km.0 y que es tan esquivo como la mayoría de los genios.

La decisión de Blue Hill ya estaba orquestada desde España, y antes de que fuera nombrado mejor restaurante de USA (y menos mal porque entonces dudo que hubiera tenido sitio), había mucha ilusión metida en esta visita, y la cubrió. No por el hecho que supone estar en un lugar como este, si no por como sucedió todo, una auténtica conjunción astral que lo convirtió en una grata experiencia. Y gran parte de ello fue el olvidar el móvil y las fotos, porque en Blue Hill no están permitidas (como hacía antes David Muñoz en DiverXO), o al menos no les parece de buen gusto que se hagan fotos, lo que te "obliga" a prestarle atención a la comida y tu acompañante.

Siendo sinceros, la noche de inicio no empezó bien, hubo tormenta, y la lluvia en NYC es muy pesada, (aunque a esta ciudad uno se lo perdona todo), me desorienté con la parada de metro, lo que nos supuso más retraso, pero una vez encontrado el restaurante, que es bastante difícil de encontrar, todo giró 180º. 

Una muy amable recepción a nuestra llegada, a un local pequeño, de luz tenue y decoración sobria, muy solemne el ambiente, lleno por completo. Y la bienvenida por parte del jefe de sala, Franco, que nos puso todas las facilidades para el menú, 2 menú degustación uno corto para Patri y el largo para mi, de 9 y 11 platos respectivamente, junto con el maridaje, acorde al menú de cada uno.

Supongo que les caímos en gracia, quizá por el hecho de reservar desde España y debo tener algún halo de cocinero porque se preguntaron una vez más si era chef de algún restaurante aquí, y esta vez no iba sólo!!!. Pero se generó un buen ambiente entre sala y nuestra mesa, mientras que alrededor la gente estaba bastante aburrida o enfadada (teníamos una pareja al lado que no paraba de llamar al camarero para que le cambiaran el plato porque no les gustaban). Y aprovechando el buen ambiente y la confianza que nos daba Franco, Patri se lanzó a preguntarle si Dan Barber estaba ese día en el restaurante, a lo que Franco nos dijo que estaba en Stone Barns (el otro restaurante y granja que tienen a las afueras de NYC), lo que suponía una pequeña decepción ya que iba con mi libro de La Cocina de los Valientes con su capítulo preparado por si me lo podía dedicar, aun así Franco puso interés y me preguntó por el libro y como había sabido de él, y qué hablaba ese libro sobre Dan Barber y su restaurante, como digo, nos dedico mucho tiempo. Y a partir de ahí empezó la cena...

Un muy buen menú de 11 platos, empezando por snacks como una hamburguesa de queso y espinacas, una degustación de verduras propias (lechuga, rábano, guisante, zanahoria...) de la huerta de Stone Barns, los embutidos elaborados por ellos como jamón de cordero o una crema de espárrago y ajo, difícil de olvidar, por sabor intenso y frescor al mismo tiempo. Probamos un nuevo tipo de lechuga plantada en terrenos de Stone Barns, con una hoja algo más blanda, pareciendo mustia, pero con más carnosidad, nos la mostraron primero, como cuando te muestran el marisco o el pescado antes de cocinarlo en las marisquerías, mientras nos explicaban el cultivo de la misma. La verdad, tiene más interés la historia que el sabor peculiar de la lechuga. Unos macarrones con colmenillas realmente buenos, tanto la elaboración de la pasta casera como la carnosidad de la colmenilla que absorbía un jugo de carne, de los mejores de la jornada. La carne de pichón, excelente. Y los postres de mascarpone y fresas y ruibarbo con queso culminaron la jornada.

foto al terminar la cena
El maridaje fue escandalosamente bueno, me quedo con un Riesling de Finger Lakes y un pinot noir de Sonoma, California.

La verdad es que la cena fue rodada, a mitad de cena volvió Franco a preguntar por el libro, y me dijo que si me importaba que en vez de Barber lo firmara el jefe de cocina. Por supuesto, ningún problema, pues no sé cuando volveré, y cuál fue la sorpresa, que al terminar la cena, vino el supuesto jefe de cocina a darmelo, y conversar un momento conmigo, lo conocí conforme salió de cocina, era el mismo Dan Barber que estuvo con nosotros a parte de hablando de que nos había parecido la cena, sobre como había averiguado yo de ellos y el movimiento Km.0. Un buen final de cena poder hablar con el creador de todo esto. Así que pude disfrutar de una excelente comida, con un excelente servicio y de una inmejorable compañía, una cena divertida, llena de risas y que terminó en el Small´s, un maravilloso club de Jazz que está a 5 minutos andando de allí, donde actúan las jóvenes promesas del Jazz, y algunas leyendas de la zona, un ambiente inmejorable para terminar.

La constatación de que esto se vive mejor en compañía, aunque suponga que el post sea menos profesional o tenga menos detalles. Lo importante es pasarlo bien.

Fue un día inolvidable gracias a una conjunción de astros.


En Small´s

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.

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