domingo, 29 de octubre de 2017

Adiós Arbequina o cómo Castellón le da la espalda al restaurante

Es este el artículo más triste y decepcionante que nunca esperé escribir en lo que respecta a esta página. Pues lamentablemente la etapa de Arbequina se cierra. El restaurante que en más de una ocasión casi ha sido más mi casa que un restaurante. Donde he aprendido gran parte de lo poco que sé, en lo que respecta al mundo de la hostelería. Aprendido a apreciar el buen producto, el valor de la mantelería, vajilla y cristalería, las horas que implica un servicio de comidas y cenas, una buena bodega, su temperatura y su servicio. 11 años frecuentando el mismo restaurante para los momentos importantes, buenos y malos, donde he compartido mesa con quienes ya eran mis amigos y con algunos que después lo fueron... Pero un lugar que por alguna razón no ha mantenido el cariño por parte de la ciudad, como yo se lo tengo.

Jrandes!!! Modesto y Michael
Está muy claro que ambas partes pondrían en algún momento para la disolución del matrimonio público-Arbequina. No es un sitio para todos los días, si no más bien para ocasiones especiales. Está claro que su imagen escapa de luces, taburetes y cocinas fusión de ingredientes excesivamente foráneos. Está claro que el trato marca unas "distancias" ajenas al colegueo. Está claro que al final de la comida no hay chupitos de invitación de la casa. Y está claro que Arbequina no está en una zona dónde dejarse ver.

Lo que también está claro es lo difícil que es entender la clasificación de caro y barato, y donde el público prima imagen a calidad, colegueo por servicio, y confunde bebida sin fin por buena bebida. Una ciudad que sacrifica todo por precio, si me das más por menos (independiente a calidades), eres mejor. Y es así como tristemente se pierde recetario fabuloso como liebre Royale (no he probado una igual), un trabajo de caldos que es casi imposible de ver, carnes de caza fabulosas, una bullabesa de la que uno se puede volver insaciable con pescados de roca de la zona, una bodega de vino que supera con creces lo que se pueda encontrar en la provincia y en bastantes restaurantes de España, con gran predilección por vinos alemanes gracias al contacto directo con Michael Whör (socio de Josep Roca de El Celler de Can Roca), los champagne y cavas. Defensa perpetua del producto de la zona, tanto en hortaliza como pescados (de mercado y diario) y carnes (cordero del Tormo es un show) y eso y mucho más es lo que se pierde por estar volcados por los uniformes alternativos, mesas desnudas o vestidas con caminos de mesa de papel. Una inundación de ceviches, tiraditos, e incontables versiones de sashimis, nigiris y mil invenciones de baja calidad, que obliga a los restaurantes que aún siguen, a bajar precios con menús a precios casi de risa. En los que indudablemente o se esconde una bajada de calidad de producto, una reducción en cantidades o una pérdida para el hostelero.
Liebre Royal
Esto acompaña a la también desaparición de otros 2 locales que hicieron por la ciudad la intención de acercar la gastronomía al ciudadano de aquí. Perder Vintast y Cal Cuc junto con Arbequina es, para mi, la muestra de que aquí no se quiere comer ni beber bien. El primero nos acercó grandes vinos desconocidos a precios muy moderados (como Ramón Do Casar que me estoy bebiendo mientras escribo), difusión de pequeños productores, puerta para algunos vinos naturales (como Les Foes de Coves de Vinromá), extranjeros como Claus (pinot noir austriaca que no se me olvidará jamás) por 14€, o sesiones de vino portugués y tropecientas catas que acercaban el vino al castellonense de ciudad. Cal Cuc con 2 años de éxito y ubicado muy próximo a Arbequina, nos presentaba una taberna de imagen sin pretensiones, sin más que las de ofrecer producto local vestido con su bagaje en el mundo de hostelería. Famosa su hamburguesa de gamba y sepia, conocida como gambaburguer, la morcilla de calamar, pulpo rockero, y esas galeras con huevo frito que merecen ser servidas al mismísimo Odín cuando uno atraviesa las puertas del Valhalla para que te dejen entrar. 

Gambaburguer
Claus
Caen por el mismo motivo, hay sitios que por menos se da más cantidad, pero desde mi punto de vista, no más calidad.

Por otro lado tengo claro que tanto Modesto, Andrés, Fernando y Patricia son muy capaces como para redirigirse y ofrecer lo que saben a otro público. Y yo tengo claro que aunque me obligue a desplazarme, estaré muy contento de irles a ver.

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.




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