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viernes, 23 de enero de 2015

El Celler de Can Roca, el gusto de probar la felicidad. Y Dr. Francisco Ripollés

2º visita que hago en este viaje que es la vida al templo por antonomasia de la cocina nacional y mundial, vuelvo a El Celler de Can Roca (C/Can Sunyer 48, Girona tlf: 972222157 web: www.cellercanroca.com)

El Celler de Can Roca
Todo se gesta desde la casualidad, una llamada en la que me dicen que sobra un hueco en una mesa de amigos y si tengo el gusto de ocupar su sitio. Se mira calendario, se ve que es posible y enseguida se confirma mi oportunidad de volver a visitar el restaurante que más ha supuesto hasta la fecha para mi y que supuso la realización de una de mis ilusiones.

Volver a El Celler en compañía de amigos es la superación de una experiencia, vivir la ilusión de los amigos tras haber paseado previamente por la ciudad, tomado cervezas en el River Café, y comentado lo que iba a ser la cena más relevante hasta la fecha.


Llegar a El Celler de Can Roca es llegar a una fiesta. Los diferentes grupos de mesas han posado previamente en el mural de entrada junto al nombre del local, comienzan las risas y en parte afloran los nervios, pero sobretodo se respira emoción. 

Es entonces cuando seguimos las luces cual camino de baldosas amarillas que nos guían hasta la entrada, y en la puerta nos recibe el propio Joan Roca, antes de pasar a nuestra mesa. 

Aquí por lo que se ve hubo una confusión y nos montaron mesa para 2 en vez de para 4. Hasta en los mejores sitios se cometen errores, pero es en como se solucionan lo que hace de un sitio lo que es, el restaurante más importante del mundo (al menos del mío, guía Restaurant a parte), así que para solventarlo mientras se ampliaba la mesa, pasamos a la terraza cubierta y disfrutamos de una copa de cava Albert i Noia edición embotellada en exclusiva para El Celler de Can Roca. Desde esa sala, a parte de relajarnos y contar cuatro o cinco chorradas con las que reírnos, se podía ver el salón donde la gente estaba cenando, viendo de todo, desde palos de selfie en una mesa de gente joven hasta familia completa o mesas de parejas, todas con un elemento común, todos se lo pasaban bien (o eso parecía).


Tras la copa, visita turística por la cocina de mano de Marta, la que fuera nuestra anfitriona como guía por cocinas como a la mesa, siendo ella nuestra camarera en jefe. A la entrada de cocina, de nuevo Joan Roca, que nos dio la bienvenida de nuevo con un "estáis en vuestra casa", y así es como nos sentimos realmente. Pudimos ver la separación de las diferentes partidas, desde fríos, aperitivos, carnes y pescados o zona de producción, con sus escritos en pizarras de su organización. Eché en falta el rotaval, y algunos otros elementos que sí pude ver en mi visita anterior, pero creo estarán en la nueva zona de I+D+i que han hecho cerca de casa. 

Y tras la visita, esta vez sí, a la mesa para empezar a cenar.



Las 3 rocas que representan a los hermanos

Escabeche de percebe y ceviche de dorada

Así por ejemplo en snacks, se repiten 2, 1 la oliva caramelizada y la vuelta al mundo, aunque en esta ocasión los países son diferentes, viajando pues en 5 bocados a Corea, Marruecos, China, Turquía y México, 5 pequeños bocados que trasladan en su sabor a cada uno de esos sitios aunque no los conozcamos, en especial México con su taco de mole poblano y guacamole me conquistó, como en un taco tan pequeño puede haber tanta intensidad. O el coral, con una vajilla muy representativa y las 2 cucharadas de Escabeche de percebes (1ª vez que pruebo el percebe) y el Ceviche de Dorada, 2 bocados marinos sutiles pero potentes. Espectacular. O terminar con unos explosivos bocados de trufa, todo ello acompañado por el mismo cava que habíamos estado tomando antes.


A partir de aquí empiezan los platos y el maridaje, coordinación ideal entre Marta, nuestra anfitriona y Belenguer, nuestro sumiller. Buen tándem, y bien armados de paciencia, pues entre preguntas, fotos y cosas debieron acabar hasta el gorro, o quizá no y se lo pasaron igual de bien que nosotros, así que nos haremos a la idea de que fue lo segundo, que además es lo más probable.

Gamba de Palamós
Alfombra de castaña con anguila
Así pues pasan por delante nuestro y por nuestros gaznates consomé de invierno, un plato cromático con múltiples picos de sabor, desde frutos secos como la avellana a remolacha, nabo o granada en una sopa fría. Nos sorprende de nuevo con un corte de helado, guiño a al clásico de los domingos de fresa, nata y vainilla, pero en 3 usos de maíz, del fermentado, cuitcaloche (un maíz propio mejicano) o cocido. Una aromática alfombra de castañas con anguila, un juego de textura cremosa con la carnosidad de la anguila, y que con unos golpes de cuchara sobre la membrana de la vajilla liberaba humos de castaño. La caballa con encurtidos y huevas de mujol, plato fresco que juega con el contraste grasa de la caballa y los encurtidos, llevado a la máxima expresión, visual y de sabor. No podía faltar el homenaje a la gamba de Palamós (cada vez que la pruebo no puedo evitar acordarme de mi amigo Manuel Peinazo que es de allí, y el festival que nos dimos un día en su pueblo a base de marisco), una vez más sublime, potencia a toda máquina, sedosa la gamba y la crema de su cabeza puro néctar. Pero si pensamos que no se puede subir más tras el clamor que supuso el plato anterior, se nos saltan los ojos al probar la ostra con anémona, ese plato es la definición en si misma de la elegancia, un traje de alta costura, sedosa entrada de la ostra bañada en una salsa de anémona que se agudiza con el ácido de la manzana verde, se amolda el yodo con la arena de ajos, un plato top 2015. Y de ahí pasamos a uno de los platos que más espero, donde el protagonista es el vino, en este caso Chardonnay, con una raya confitada con aceite de mostaza, mantequilla noissete, miel, vinagre de chardonnay, bergamota, mostaza aromatizada, tápelas confitadas y avellana ahumada. Un interesante juego de unir virtualmente el plato y la copa. Y no puede faltar una de las características de la cocina girondina o gerundense, Mar y Montaña con sardina con papada, caldo de las espinas a la brasa, salsa de cochinillo y aceite de perifollo, quizá el más flojo, el poder de la brasa de espinas se llevaba por completo el resto del plato, pero que no dejaba de estar bueno. A partir de aquí pasan las carnes, como el cochinillo ibérico con madroño, granada y boniato, 5 cojonudas láminas de cochinillo hechas perfectas, crujientes y mantecosas a la vez. Vibrante el Jarrete de ternera con perrichico, tuétano, tendones, aguacate y trufa, un fondo que justificaba el abuso de pan que hicimos (el pan merece mención a parte), y terminamos con una Trilogía de pichón, invierno y caza van de la mano, y en esta casa no iba a ser menos, el falso corazón de pichón y nube de arroz, textura similar a la de la casería y cargado de sabor que se suaviza gracias al arroz, la morcilla y pechuga de pichón Tatjé (granja de Manresa) y el caldo de pichón, la concentración de la esencia del pichón en formato líquido.

Ostra con anémona

Una vez pasada la fase de salados, entramos en el mundo dulce, con el helado de masa madre, donde sorprende la presentación,  con un simulado masa madre en movimiento, Cromatismo naranja que refresca todo el despliegue previo y la Anarkia de chocolate donde se juntan hasta 14 elementos diferentes haciendo de cada bocado un postre distinto.

Helado de masa madre
Decía el pan merece apartado propio. Yo soy poco consumidor de pan, pero en esta casa entre las 5 ó 6 variedades que ellos mismos elaboran, junto con lo bueno que está (el brioche de tomate no dejamos ni uno en varias ocasiones) lo convierte en un paraíso para el que sea amante de esta unión de harina, agua y levadura.

El apartado de vinos viene muy marcado por carácter local, con varias DO próximas como Conca de Barberá, Priorat, Pendes o Côtes Catalanes. Y por los numerosos vinos de elaboración ecológica y algunos biodinámicos. Yo me quedé prendado del Chardonnay Comte Lafon 12 y del Sake Katsuyama Goznshu Gen que acompañó al postre de helado de masa madre, que le iba al pelo, sin ese encabezado alcohólico licoroso que tienen muchos, siendo suave y con mucho recuerdo a lichi. En este tema, Belenguer hizo un trabajo ejemplar, nos explicó muy bien cada uno de los vinos y sus características sin caer en el aburrimiento y haciéndolo muy participativo.

La lista fue la siguiente:

  1. Albert i Noia Cava El Celler Brut DO Penedés
  2. Marchal Sierra Nevada
  3. Bassots 11 DO Conca de Barberá
  4. Ökonomierat Rebholz vom Rotliengenden Trocken 07 Spätlese VDP Pflaz
  5. Matassa 12 Vin du Pays des Côtes Catalanes
  6. Heymann-Löwenstein Uhlen "R" 06 Magnum VDP Mosel
  7. Solear 13 saca de invierno DO Manzanilla San Lucar de Barrameda
  8. Comte Lafon 12 AOC Mâcon Milly-Lamartine
  9. Carles Andreu 12 Trepat DO Conca de Barberá
  10. Les Foulards Rouges Frida AOC Côtes du Roussillon
  11. Clos Manyetes 04 DOQ Priorat
  12. Remirez de Ganuza Rva 05 DOC Rioja
  13. Sake Katsuyama Gozenshu Gen
  14. Tokaji Oremus 3 puttonyos 08
  15. Café Panamá/PX La Cañada Sierra de Montilla Perez Barquero

Sin lugar a duda, se vuelven a superar las expectativas creadas, tanto si es la primera vez que uno va, como si es la segunda, y me atrevería a decir que una tercera y cuarta. Son días que se quedan grabados en la memoria por siempre, o al menos por mucho tiempo. Días que independientemente de lo que ocurra a tu alrededor nada sería capaz de estropearlo, uno se aísla en un aura de buen ambiente, armonía con los amigos y en la que el propio equipo de El Celler forma parte de ella.

Un dispendio que merece la pena hacer una vez en la vida, si esto de la cocina y la gastronomía es una de tus aficiones o pasiones, el peregrinaje a La Meca, del que yo me llevé mi recuerdo físico en la dedicatoria en mi libro de "Cocina con Joan Roca", estupendo libro de cocina que todo aficionado debiera tener en su estantería y leérselo (si uno no se lo lee, no aprende).

"Estimado Juan, deseo que disfrutes mucho de la cocina. Con afecto, Joan Roca y Josep Roca"
Y no podría terminar de otra manera que haciéndole un homenaje a una persona que nos dejó hace poco y del que me acuerdo muchas veces cuando voy a restaurantes. Un compañero de trabajo ejemplar, que convertía todo ambiente en un lugar cómodo, agradable y simpático, igual que ocurre en El Celler. Un señor con todas las letras que también disfrutaba de esta afición, y además lector de esta página. Y que me recriminaba que no escribiera artículos nuevos los tiempos que estaba parado, o me pedía que le recomendara algún sitio, o que le dijera de verdad si merecía la pena alguno de los locales pisados. Un aficionado a las burbujas, Champagnes y Cavas y que cada viaje que hacía estaba en parte condicionado por la mesa a la que se iban a sentar. Una persona que supo disfrutar de la vida sin esperar a la jubilación, y por eso da más rabia que se haya ido, porque la hubiera disfrutado mucho mejor de lo que muchos de nosotros lo pudiera haber hecho.

Seguro que este artículo es de los que le hubiera gustado y hubiera dado que comentar, y ojalá así fuera.

Estés donde estés, un fuerte abrazo Paco.

En honor a Dr. Francisco Ripollés Causanilles.

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.

PD: Muchas gracias a Iván, Isabel y Almudena por pensar en mi para acompañaros y poder disfrutar de esta inolvidable jornada.



Visita a la cocina

Oliva Caramelizada
Comerse el mundo


Bombón de Carpano

Crujiente de maíz con corteza de cochinillo ibérico

Bombón de trufa y Brioche de trufa

Consomé de invierno

Helado de 3 gustos de maíz

Alfombra de castañas con anguila

Caballa con encurtidos y hueva de mujol

Raya confitada

Mar y Montaña

Cochinillo ibérico con madroño, granada y boniato

Jarrete de ternera

Trilogía del pichón

Trilogía del pichón

Helado de masa madre


Anarkia de chocolate






jueves, 11 de octubre de 2012

El Celler de Can Roca: un sueño para no despertar, un sueño para compartir

Buenas a todos, vuelvo al mundo de las publicaciones tras un largo parón, y creo que no hay mejor vuelta que ésta que os presento. El Celler de Can Roca (C/ Can Sunyer 48 Girona, tlf:972222157, web: www.cellercanroca.com)



Visitar El Celler, es cumplir un sueño, y no sólo cumplirlo, si no, vivirlo. Es realmente difícil describir con palabras lo que uno experimenta en este restaurante, pues la barreras de las paredes, la comida, las servidumbres, desaparecen para que uno se embarque en un viaje de sensaciones, percepciones y sobretodo, emociones, viajes al recuerdo de tu infancia, o la emoción de probar y descubrir algo desconocido para generar un nuevo recuerdo que no vas a olvidar.

Los que habéis leido más este blog, habréis visto alguna de mis visitas a otros restaurantes, y los que no lo conocéis, desde el índice podréis verlos, cocina tecnoemocional, galardonados con estrellas y soles, impresionantes cocinas con las que he disfrutado, y muchos de ellos maravillosos, y es feo y de mala educación hacer comparaciones, pero en sí mismo este comentario no es una comparación, porque simplemente, tras cenar en El Celler el sentimiento fue que es imposible que nadie pueda superar lo que allí se vive. Pertenecen a otra liga de cocina, a otra forma de verla, sentirla y sobretodo, de transmitirla.

Es más que evidente que se presupone que siendo considerado el 2º en la lista 50´s Best Restaurant, o un 3 estrellas Michelin o un 3 soles Repsol, ha de ser un lugar excelente, quizá se puedan interpretar mis comentarios como oportunistas y que sólo por el nombre me vea obligado a decir maravillas, pero sinceramente, todos los halagos se quedan cortos, y lo que se pueda interpretar, para mí, carece de importancia.

En El Celler se respira un ambiente que nunca había visto tan exaltado. Se respira felicidad, se oyen risas, se ve complicidad, y no hay lugar para la negatividad, entras a un mundo diferente. Quizá sea por tu propia ilusión, por haber pasado la mañana por el casco antiguo de Girona y visitado "El tapiz de la creación", quizá porque habiendo estado tomando antes una cerveza en Can Roca la recepcionista se acordaba de mí por haberme visto de soslayo, quizá porque a pesar de romper en imagen con el entorno (reconozco que mi vestimenta no es la más indicada para estos lugares) con mi camiseta de RACIONES (una parodia de RAMONES) causara más de un comentario y risa por parte de los chicos de sala, o que Josep Roca estuviera en sala con una gran sonrisa, preocupándose por saber como está cada uno de los comensales, ya no solo por cordialidad, si no reflejando que está a gusto viendo que la gente está pasándolo bien, o que tras la cena, tuve la guinda de la noche. Todo ese conjunto de detalles lo hicieron inmejorable.


(Mi camiseta de las grandes ocasiones, regalo de mis amigos por mi cumpleaños el año pasado)


Un ejemplo de ese ambiente lo viví con la mesa de al lado, pues se me acercó uno de los comensales de la mesa de detrás mío y me preguntó en inglés (el 60-70% era público de fuera de España) si era crítico gastronómico, a lo que yo, me descojoné educadamente, diciéndole que en absoluto, que simplemente era un aficionado y que tenía un hueco en la red, pero sirvió para que compartiéramos los 3, su mujer, él y yo, nuestra visión de lo que habíamos vivido en este menú Festival, y que otras experiencias habíamos tenido que se pudieran acercar, y llegamos a la misma conclusión, ninguna se parece a El Celler, la clasificamos como UNICA, aunque ellos, que son australianos, me contaban que tienen una casa de retiro en Cala Montjoi, y que han tenido la suerte de probar los últimos años de El Bulli, que también clasificaban de experiencia única (siempre ha habido clases y yo ahí no podía competir).

Porqué si algo se puede mejorar de mi experiencia en El Celler, es la compañía, aunque eso ya es un problema que en el Restaurante no pueden solventar (dejaremos las bromas a parte), porque como digo en el título, es un lugar para compartir, compartir la experiencia con alguien que viva también la cocina en el mismo plano, poder comentar los platos, lo que percibes, lo que sientes, o incluso llorar juntos, porque he de confesar, que es la primera vez que se me ha caído una lágrima de placer mientras se deshacía un bocado de la comtessa de espárrago blanco y trufa. Sólo la compañía adecuada puede mejorar lo que uno vive en El Celler de Can Roca.


(Contessa de espárragos blancos y trufa)


Ahora os enseñaré el menú que tuve la suerte de probar, que va variando según van apareciendo productos de temporada, por ejemplo en breve comenzará con la alcachofa, así que lo que os muestro aquí quizá no lo probéis si vais en otra ocasión. Aunque no los pondré todos para no desvelar todo el menú. Y por otro lado la lista de maridaje, con la nada despreciable cifra de 15 referencias diferentes.

Os pido disculpas por la calidad de las fotos, pero mi iPhone está en las últimas y vive con el flash conectado de forma perpetua, lo que por desgracia afea las fotos (como habréis visto en la contessa), pero puedo asegurar que en vivo, todas las presentaciones son de diez.

Menú Festival

Comerse el mundo: México, Perú, Tailandia, Marruecos y Japón. Snack pensado para presentar las influencias que más han marcado la cocina en este último año, un recorrido por el mundo sin moverte de la mesa.


Aquí el juego consiste en adivinar cual es cual, y luego te vuelven a preguntar a ver cuantos has acertado... Yo, 3/5... Confundí Tailandia y Japón.

Olivas caramelizadas: definición de cocina naturista, y homenaje al mediterráneo, vajilla sin igual...


Ostra con perla negra en su jugo con jugo de melón: Un matrimonio perfecto el de la ostra y el mar con el verde del melón, pepino, apio...


Olivada: Un homenaje a un producto 100% mediterráneo, la oliva. Con oliva negra, gordal, manzanilla y picual, cada una trabajada de una forma diferente, gazpacho, mousse o helado...


Contessa de espárragos blancos y trufa: Sin lugar a dudas el que más me impactó, que no quiere decir que fuese el mejor, pero sí el que más me caló y me hizo, literalmente, llorar. Un viaje a la infancia, al pollo asado de los domingos en la terraza de la casa de verano y ese postre que mi hermano y yo esperábamos con ansia para devorarlo y pegarnos por el último trozo, la famosa contessa de Frigo.

Y conseguir la textura, el crujir, y que en boca salte el espárrago y la trufa hace que tu cabeza dé mil y una vueltas y te emociones.


Toda la gamba: Un in crecendo en sabores, en este caso recogiendo la esencia del mar con la gamba y el fitoplancton (hay algo más representativo de la esencia del mar que el plancton?), con las patas liofilizadas para que como con el cerdo, se aproveche todo. La gamba es de Palamós, pueblo costero próximo a Girona.



Cochinillo ibérico en blanqueta al riesling: Un plato concebido desde el vino y no de la comida, una de las grandes aportaciones por parte de Josep Roca a la cocina de El Celler. Que obviamente maridaba de lujo con un Riesling de Pfalz. Muy importante el papel que juega la flor de orégano, algo para vivirlo, no para contarlo.


Salmonete cocinado a baja temperatura: colorista y sabroso, salmonete relleno de foie del propio salmonete. Los gnocci superlativos.



Manzana de feria: cuanta ilusión me hacía a mi probar este trabajo de Jordi Roca, después de haberlo visto en innumerables vídeos, por fin tuve la oportunidad de probarlo, y es aún más espectacular de lo que imaginaba. Además es un juego con esa manzana de caramelo y el algodón de azúcar de las ferias ambulantes, un nuevo viaje a la infancia.


Petit fours: Llega el famoso carro de postres, o mini-delicias, un gran abanico de sabores dulces, desde el chocolate a las frutas, dulces y ácidos, cada bocado un mundo. Un gran final de fiesta o de menú Festival.



Como he dicho, no he puesto todos los platos, me dejo en el tintero, y a propósito, algunos como el homenaje a su madre en Can Roca (creo que es imprescindible pasar antes por allí y ver el ambiente tan diferente que hay a tan solo 200 metros el uno del otro, pero al mismo tiempo la misma esencia), o el besugo, el bacalao, la torcaz o los otros 2 fabulosos postres, para no desvelar todo el menú y os pique la curiosidad.

Ahora os paso la lista de los vinos, cavas y champagne que probé en el maridaje diseñado por Josep Roca.

1. Albert i Noya Cava El Celler Brut DO Cava

2. Expression de Granite Domaine de l´Ecu 10 AOC Muscadet Sevre et Maine

3. Gramona Celler Batlle 00 DO Cava

4. Manzanilla Pasada 30 DO Jerez

5. Albert Mann Muscat 11 AOC Alsace

6. Loxarel Xarel.lo Vermell 11 Vilobí del Penedés

7. Ossian 09 Vino de la tierra de Castilla y León

8. Nelin 09 DOQ Priorat

9. Von Bassermann-Jordan Kirchenstück 08 VDP Pfalz

10. Carles Andreu 10 Trepat DO Conca de Barberá

11. Àn 07 Vi de la terra de Mallorca

12. Vall Llach 06 DOQ Priorat

13. Pétillant Naturel Poiré Granit 10 Eric Bordelet (Normandie-Charchigné)

14. Sol i Serena Garnatxa DO Empordá

15. Henriques and Henriques Malvasía 20 Madeira

Imposible recordarlos todos, pero si me llamaron especialmente la atención la Manzanilla Pasada (4) con la Olivada, en el que contrastan el frescor del plato de la olivada con el punto de amargor que aporta la manzanilla, el maridaje del cochinillo ibérico con el Von Basserman-Jordan (9), un plato diseñado para la continuidad, Riesling más Riesling, entendiendo que primero se pensó en el vino y después se diseñó el plato, tal y como explicaba antes. Y los tintos a cada cual más particular, tanto la suavidad del Carles Andreu 10 Trepat (10) con el salmonete, el trabajo de las uvas autóctonas de Mallorca con el Àn 07 (11), e impresionante el Vall Llach 06 (12), de las bodegas de Lluis Llach que maridaba de lujo con uno de los platos de carne que no he publicado. Y era la primera vez que probaba una sidra de pera, el Petillant Naturel Poiré Granit 10 (13), que maridaba muy bien con otro de los postres que tampoco he publicado, cada vino tenía su pareja de baile en el plato, y el baile fue en todo momento maravilloso.

Tras todo este paseo de sabores y sensaciones, ya sólo quedaba volver a mi pensión a dormir, pero antes y como auténtico fin de fiesta, pude charlar un ratito con Joan Roca junto con mis nuevos amigos australianos, y que me dedicara unas palabras en mi edición de "La Cocina de los Valientes" de Pau Arenós, un libro muy recomendable para quienes nos gusta este tipo de experiencias.



"Juan, Muchas gracias por tu complicidad gastronómica con nuestra casa que también es la tuya. Afectuosamente, Joan Roca", con estas palabras se completó mi autoregalo de cumpleaños, un 4 de Octubre de 2012, que guardaré en el recuerdo como uno de mis mejores cumpleaños.

Quiero dedicar este post, a todo el personal de El Celler de Can Roca, por hacer de mi cumpleaños un día inmejorable, a Joan Roca por dedicarme no sólo unas palabras si no parte de su tiempo, a mis nuevos amigos australianos y a todos los amigos y familia que me felicitaron, en especial a los que me siguieron por twitter, grandes cómplices y enamorados de la cocina y de estas experiencias únicas.

GRACIAS A TODOS.

Y como siempre...

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.