Buenas a todos, seguimos recorriendo Zaragoza tras la publicación especial de DiverXO, en este caso hablaré de un restaurante clásico de la ciudad, Antiguo Paraíso (C/Dato 4, tlf: 976221107 web: www.antiguoparaiso.com), un restaurante que les gusta mucho a mis amigos Eduardo y Estela, a los que fui a ver en ocasión de su boda, y al que el día previo al enlace fuimos a cenar para darnos el último capricho antes de que estuvieran casados. Cierto que tuvo que ser con moderación, pues no era cuestión de llegar al día siguiente con cara de resaca.
Dejando las anécdotas a parte, el lugar tiene un encanto especial, tanto por el tipo de local, una barra de toda la vida y una sala de restaurante con decoración clásica, en madera muy propia de los años de su inauguración en los 50, con algunas vidrieras en la barra al estilo modernista y una buena iluminación. Como principalmente la gente que lo regenta, padre e hijo, que son quienes le transmiten toda la esencia al local, gente que sigue trabajando con ilusión y ganas en un local céntrico, que siempre está abarrotado de gente, y seguro que no es sólo por su comida, si no que en gran parte es por ellos.
Como he dicho antes, no era cuestión de cenar de forma muy abundante ni pasarnos con la bebida, así que decidimos pedir varias cosas para picar, dejándonos recomendar por el padre (Carlos Navarro, si no me equivoco), y con un plato definido especialidad de la casa que era el steak tartare.
Así pues lo que cenamos fue:
1. Sardina de Valladolid: muy sabrosa y de buen tamaño.
2. Alcachofas fritas: muy bien cocinadas, aunque al pelarla dejaron demasiada hoja.
3. Mejillones de roca con crema: Para ser de roca, eran de un buen calibre, y la crema estaba realmente buena.
4. Steak Tartar: esta es una de sus especialidades, por desgracia se escapa mucho a lo que es un buen tartar, demasiada salsa y crema, lo marina demasiado, y a penas hay sabor de la carne. Una pequeña decepción.
Para beber, cerveza Ambar, más dulce de lo que a mi me gusta, pero está buena, y una botella de Chardonnay Viñas del Vero, un blanco dulce, a elección de Estela, que para algo era ella quien se casaba al día siguiente, y a una novia no se le puede negar nada el día previo de su boda, a parte de que se lo merece.
Y luego pasamos a tomar Edu un Gin-Tonic y yo mi clásico orujo blanco como digestivo.
El precio total de la experiencia, 86€, donde la mayor carga se la llevó el Steak Tartar.
Si bien es cierto que el Steak Tartar pudo no gustarme, para gustos están los colores, pues a Edu y Estela les gusta mucho como lo hacen en este restaurante. Y en absoluto empañó el buen hacer de esta casa clásica en Zaragoza, a la que recomiendo fervientemente ir si visitáis la ciudad, que a parte de ser muy bonita, tiene una buena cultura de salir a la calle a tomar unas cañas con sus tapas (no dejéis de visitar el tubo, zona de calles de bares donde ponerte hasta arriba de cerveza y tapas), y en este restaurante cuidan mucho a sus clientes y ofrecen siempre su mejor comida con su mejor sonrisa.
Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.
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